Lucas Abajo y Laxmi Nazabal destacan con sus diseños en la Feria Habitat de Valencia
La tentación de regresar al origen
La autoedición, la combinación de industria y artesanía y las piezas limitadas se afirman como claves para los muebles en la feria Habitat de Valencia
El diseño español vuelve a casa. No son las formas las que regresan, es la esencia, la estrategia y el método. Ha pasado más de medio siglo desde que algunos de los pioneros de esta disciplina en España —Javier Feduchi, Antoni Moragas o Miguel Milá, en la primera generación más allá de creadores individuales— se lanzaran a abrir empresas para producir los elementos con los que amueblar sus proyectos. Capitaneados por el Studio Per barcelonés, los miembros de la segunda generación hicieron lo mismo: comenzaron por diseñar lo que querían para ellos y se unieron para producir esos diseños. Esos inicios tuvieron tanto de hazaña personal como de empeño comunitario y ahora que diseñadores y empresarios están de vuelta de esa aventura con suertes dispares (empresas desaparecidas, firmas reinventadas o fábricas con alto nivel de exportación) muchos nuevos proyectistas han optado por un camino similar: alejados de lo global se esfuerzan en salvar lo local.
El mensaje llega atendiendo a los materiales autóctonos, las fábricas cercanas, la tradición de la zona y la voluntad de indagar en lo propio antes de asumir acríticamente las tendencias internacionales. Sin embargo, este regreso podría estar motivado por dos salidas. Puede que haya sido el traslado de la fabricación de muebles a países del sudeste asiático o puede que fuese la propia migración de los jóvenes (a Londres o Milán) para formarse como diseñadores, el caso es que este retorno parte con la ventaja de conocer la experiencia acumulada durante décadas de producción e invención.
Así, son muchos los pequeños estudios —metidos a productores de sus trabajos— que en una clara apuesta por el slow design han apostado por un diseño que parece hecho a mano. Y a medida. Las sillas Corkigami han sido fabricadas en corcho por los diseñadores de COD (Carlos Ortega Design). “Todo el mundo nos decía que no se podía trabajar con el corcho y eso nos hizo ver que ahí había un campo por explorar”, explican. La lámpara Party —que produce la empresa Almerich— “bebe de recuerdos: no hay fiesta sin luces”, cuentan sus autores del estudio Sleeplate Project. Y también está acabada a mano. Las butacas de corcho trabajan la fortaleza de lo flexible a base de prensar capas y curvarlas sobre un molde. El resultado es ligero y, a la vez, robusto. Y sus autores, transformados en productores en época de crisis, disfrutan de lo mejor y de lo peor de los eternos estudiantes: es difícil encontrar mejor escuela para ajustar las propuestas aunque uno se pregunte si el voluntarismo puede dar de comer.
Expuestas también en la sección Nude de la feria Habitat de Valenciadedicada a los jóvenes emprendedores, la mesitas auxiliares Balea hablan con rotundidad y humildad. Es el grueso taco de fieltro que culmina sus patas torneadas de madera maciza lo que indica no solo el control de calidad de la pieza, también la factura a mano y el conocimiento de la vida doméstica con el que estos diseños llegan a las casas. Sus creadores, Lucas Abajo y Laxmi Nazabal, no son nuevos en el diseño, pero tienen la actitud de quien empieza algo desde abajo. Lo contrario de quien diseña desde arriba más pendiente de la competencia en las listas de novedades que de las razones que puede encontrar una idea para convertirse en mueble.
La mano, más que la vista, se escapa para conocer algunos de estos trabajos. Terminadas las sorpresas, ha llegado el momento de la calidad, y son muchos los diseñadores dispuestos a demostrar que los mejores muebles ni quieren ser moda ni están de paso.
© textos Anatxu Zabalbeascoa "El Pais", © fotos Manu de Alba
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