20160110

Banquete Anual del Club Cocherito de Bilbao

Bilbao, 08 y 09 de enero de 2016

                  BANQUETE ANUAL DEL CLUB COCHERITO DE BILBAO






En el Tradicional Banquete Anual del Club este año se ha reconocido y homenajeado a Alfonso Carlos Sáiz Valdivielso. Además en el mismo se ha hecho entrega del Premio a la Mejor fotografía de prensa publicada de las pasadas Corridas Generales de Bilbao 2015, Premio que se concedió a Manu Cecilio de la Agencia Telepress.


 El viernes tuvo lugar en la sede del Club un magnífico Coloquio, que moderó el Presidente del Club Antonio Fdez. Casado al que acompañaron en la mesa los expresidentes del Cocherito, Manuel Vicario y Leopoldo Sánchez Gil, así mismo el Matador de Toros y actual asesor de la Presidencia de Vista Alegre Gonzalo Gómez Guadalupe, los cuatro glosaron sobre la figura de Alfonso Carlos en sus diferentes facetas culturales.



 Ya el sábado tuvo lugar la tradicional misa en la Iglesia de San Nicolás en recuerdo de los socios y que fué oficiada como siempre por el Pater del Club D. Narciso. Con la tradicional foto de familia.


 Y como colofon a los actos en el Hotel Carlton, de Aranzazu Hoteles se ha celebró el Banquete donde se han entregado los reconocimientos y se han pasado unas horas estupendas entre los amigos.

Fotografías de los actos:
























Alfonso Gil, Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Bilbao clausuró los actos



DEIA

ALFONSO CARLOS SÁIZ VALDIVIELSO CRÍTICO TAURINO

Alfonso Carlos Sáiz Valdivielso: “Bajo el nombre, en mi tarjeta pondría ‘espectador”
Crítico durante 20 años en DEIA, además de cultivar otras facetas taurinas, será homenajeado hoy por el Club Cocherito en su tradicional banquete anual
UNA ENTREVISTA DE AITZIBER ATXUTEGI FOTOGRAFÍA BORJA GUERRERO - Sábado, 9 de Enero de 2016
      
BILBAO - Tiene un extenso currículum pero hoy el Club Cocherito reconocerá la faceta taurina de Alfonso Carlos Sáiz Valdivieso: escritor, crítico, conferenciante... Fue su padre, otro grande de las crónicas taurinas, quien le introdujo siendo apenas un niño en el mundo de la tauromaquia. Y, aunque reconoce que ya no tiene aquella pasión de la juventud, sigue siendo un enamorado de los toros.
¿Emocionado?
-Sobre todo, muy satisfecho. No me lo esperaba en absoluto. ¡Y no es falsa modestia! El Club Cocherito siempre ha dedicado sus banquetes anuales a toreros importantes, a ganaderos importantes... Y yo no entraba en ninguna de esas categorías.
Doctor en Derecho, profesor en la Universidad de Deusto, miembro de la comisión directiva del Museo de Bellas Artes y del Museo Arqueológico, reconstruyó la sociedad El Sitio, miembro de La Bilbaina y de la Sociedad Coral, escritor... Un hombre polifacético.
-A mí me interesa todo. Si me tuviera que hacer una tarjeta de visita, debajo de mi nombre pondría Espectador. Soy un generalista, no un especialista; sé un poco de todo.
Y crítico taurino.
-También, aunque siempre desde una humildad impresionante, dándome cuenta de que de toros, y esto lo decía Manuel Bienvenida, solo saben las vacas, y no todas.
¿Cómo es eso?
-Amo la fiesta profundamente pero ya no soy el apasionado que era; me he dado cuenta de que es muy difícil saber de toros.
¿Qué tienen de especial?
-No voy a recurrir al tópico de la tradición; para mí, los toros tienen magia. Desde el paseíllo, que estéticamente me encanta, a los espacios lumínicos que generan el sol y la sombra en la plaza, sin olvidar la gallardía de ese enfrentamiento. En determinados momentos, y solo en algunos, se produce magia; un lance, un desplante, un muletazo, tienen algo mágico, algo de ballet trágico. Y, cada día más, la suerte de matar; la que se hace con mucha pureza, muy de frente y que acaba con el toro en segundos.
Lo cierto es que a mí...
-Me parece perfecto que no le gusten los toros. Lo respeto, siempre que se respete que a mí me gustan.
¿De dónde le viene la afición?
-De mi padre, muy buen aficionado a los toros y crítico taurino de una honestidad brutal. La primera vez que me llevó a los toros, y también al teatro, fue con cinco años. No me acuerdo de qué vi pero sí con siete; fue en Vitoria, en una de las últimas corridas de Manolete. Recuerdo su figura y la oreja que depositó en un estribo de la plaza a los aficionados de Bilbao. Habían ido a pitarle porque, por falta de entendimiento con la Junta Administrativa, no estuvo en las corridas generales de 1947.
De ahí dio el salto a la pluma.
-Mi padre falleció en 1972 y el director de Radio Popular me pidió que asumiese tanto la revista que él tenía, Palmas y Pitos, como la crítica taurina. Y, por homenaje a mi padre, no pude decir que no. Tampoco pude dejar que cerrase Clarín Taurino que, al cabo de los años, recuperó mi hija Covadonga.
Y veinte años escribiendo críticas taurinas en DEIA. ¡Casi nada!
-Me llamaron Iñaki Iriarte y Alfonso Ventura nada más fundarse el periódico, y no dije que no. Fueron 20 años muy constructivos; la crónica taurina, un género literario en sí mismo, es muy exigente porque tienes que trabajar rápido. Me acostumbré a escribir en una hora, el tiempo que tenía antes del cierre. ¿Sabe que a los primeros cronistas les llamaban revisteros taurinos?
No tenía ni idea.
-Eran los que pasaban revista a las corridas. Escribían siempre en cuartillas, toro a toro. La plaza de la carretera de Aragón quedaba aún más lejos que Las Ventas y, cada dos toros, iba un ordenanza, en bicicleta, a por la crónica para llevarla al periódico.
La suya fue también una época sin ordenadores ni e-mails.
-Iba a casa de mi madre, que vivía cerca de Vista Alegre, para no perder tiempo. Escribía siempre a mano y leía la crónica por teléfono a unas chicas que la mecanografiaban. Luego subía a elegir las fotos y comprobar si había algún error. Viví momentos muy especiales.
¿Alguno se le ha quedado grabado?
-Por el miedo que pasé, incluso pavor, agosto del 83, cuando las inundaciones, con Espartaco toreando con agua hasta los tobillos. Solo pensaba en llegar a casa.
¿Por qué lo dejó?
-Al ir como periodista, dejé de ver la magia. Necesitaba poder gritar al presidente si hacía falta, no mostrarme tan circunspecto y, a la salida, comentar la corrida con mis amigos.
¿Qué se esconde detrás de un traje de luces?
-Mucho miedo; yo he visto vestirse a toreros e impresiona muchísimo. Y un respeto en el patio de cuadrillas que se ha ido perdiendo. ¿Qué son esas palmadas de hoy en día? Fuera de la plaza, íntimos, pero dentro, los toreros iban a cara de perro.
¿En ningún lugar como en Vista Alegre?
-En ninguno, por el respeto que se tiene al torero y al toro
                                 © de los Textos: DEIA
                             © de las Fotos: Manu de Alba












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